Acerca del lema de la Colecta Anual 2012
Por Mons. Oscar Ojea
Este año el lema de la colecta anual de Caritas es “Pobreza Cero. Vida digna para todos”; sería bueno que nos detuviéramos en el sentido de estas palabras para que no sean una mera frase publicitaria.
Algunos dicen, que hablar de “pobreza cero” es una utopía irrealizable y que tendría más sentido hablar de un porcentaje mínimo de pobreza, de acuerdo con las posibilidades reales de crecimiento económico y social. Quienes representan esta afirmación no están percibiendo el significado de lo que queremos decir, al hablar de “pobreza cero”: ya que sabemos lo que el mismo Jesús nos recordó al decirnos que “a los pobres los tendremos siempre con nosotros” Cf. Mt 26,11.
La “pobreza cero” expresa el deseo que surge de la entrañas de la misma humanidad, de verse libre de todas las ataduras que le impiden a cada ser humano crecer como persona; hacer emerger lo mejor que lleva cada uno en su corazón y que permanece ahogado y sometido cuando se carece de los bienes indispensables a los que tiene derecho todo hombre y mujer: salud, vivienda, alimentación, educación.
Así es, si entramos en contacto con nuestro deseo más profundo como personas y dejamos de lado lo que aflora superficialmente, (y que nos va volviendo sin darnos cuenta más indiferentes y egoístas), la“pobreza cero” expresa un sueño de convivencia auténticamente humana. Es el proyecto social que nos propone el evangelio de Jesús; en dicho proyecto cada persona puede crecer poniendo en común sus dones, dando y recibiendo de todos y conformando una comunidad de vida plena. Hoy ese crecimiento se encuentra paralizado por carencias cuya fuente son la injusticia y la inequidad, que se encuentran en los corazones y que han dado por resultado “estructuras de pecado” (como decía Juan Pablo II).
Dignidad es la capacidad exclusivamente humana de mirarnos cómo Dios nos ve, su mirada nos hace valiosos: ¡somos sus hijos!, para Él somos únicos y muy importantes, con una singularidad que no puede ser humillada (Cf. 1Jn 3,2). Esa mirada de Dios hacia cada persona, hace posible también que nosotros nos miremos y nos tratemos unos a otros como hermanos.
El clamor de dignidad surge muy fuerte después de la experiencia de humillación. El hombre que se siente atropellado en lo más noble de su persona, somete su libertad viviendo una capitulación de su más honda intimidad.
Nuestra dignidad se expresa en el trabajo, que desarrolla nuestra creatividad como personas y en la posibilidad de construir y pertenecer a una familia en la que nos hacemos conscientes de nuestra dignidad singular, recibiendo la riqueza de los demás en esta primera experiencia comunitaria que nos abrirá a otros vínculos. “Pobreza cero”, supone acceso universal al trabajo y con él al alimento para sí y para la propia familia. Pero no sólo eso, sino también la posibilidad de ser educados a partir de la infancia y de tener acceso a los servicios de salud.
En fin, a medida que vamos profundizando en el valor del ser humano, percibimos cada vez más la necesidad de atender a todas las necesidades humanas.